Vamos con la
segunda parte de la publicación (si quieres ver la primera pincha AQUÍ) sobre
qué se considera el éxito en una intervención. Vamos con ella.
Connie Kasari es profesora de
la Universidad de Californa
Connie Kasari es
una referencia mundial en el campo de la investigación en relación con el
autismo. Para ella medir el éxito de una intervención temprana debe incluir valores
que sean significativos para la vida de la infancia con autismo.
Lo que define el
"éxito" de una intervención de autismo para ella es una pregunta
crítica tanto para los equipos de investigación que realizan estudios de
intervención temprana como para las familias que buscan formas de ayudar a sus
hijos e hijas. Los ensayos controlados aleatorios proporcionan la
evidencia más fiable de la efectividad de una terapia. Sin embargo, los
ensayos a menudo no se replican. Con frecuencia, también comparan el
tratamiento con la ausencia del mismo o con servicios mal definidos en lugar de
otra intervención viable. Si se suma el hecho de que probablemente haya
más "revisiones" que estudios para revisar podremos ver, según
Kasari, cómo nos atascamos en nuestra
comprensión de lo que constituye el éxito.
Más allá de las
deficiencias obvias que muestra la investigación, las medidas de resultado
utilizadas en la misma pueden ser idiosincrásicas o tener una aplicabilidad
limitada a un niño en particular. Tomemos el uso del cociente de
inteligencia (IQ) como un resultado. El bajo coeficiente intelectual no es
una característica fundamental del autismo, y muchos niños y niñas con autismo
tienen un coeficiente intelectual en el rango típico, por lo que el objetivo no
debería ser aumentar el coeficiente intelectual. Por el contrario, los
problemas de comunicación social sí son una característica fundamental, y
mejorar la misma puede tener efectos de gran alcance en el desarrollo
posterior.
Ahora sabemos que
las intervenciones tempranas pueden conducir a resultados significativos de
comunicación social, como la mejora del compromiso compartido, la atención
conjunta y las habilidades de juego. Usando una intervención llamada
JASPER desarrollada por la autora en la Universidad de California en Los
Ángeles, encontramos constantemente efectos signifi-cativos en las habilidades
de comunicación social, que están vinculadas a mejoras posteriores en el
lenguaje y la cognición.
Sin embargo, las
necesidades de los niños y niñas cambian con el tiempo y ninguna intervención
individual funciona para todos. La mayoría de los niños y niñas se
benefician de una combinación o secuencia de intervenciones. Desde hace
algún tiempo, el equipo de investigación de Kasari ha abogado por estudios de intervenciones personalizadas. Con este fin, han explorado diseños que modifican el
tratamiento en función del progreso del niño o niña. Este enfoque puede
ayudar a descubrir los elementos únicos y efectivos de una
intervención. Conocer estos elementos, así como detalles como el tiempo de
espera para la respuesta y cuándo cambiar de rumbo, es fundamental para refinar
y evaluar los tratamientos para el autismo.
Benjamin Alexander es escritor
A Benjamin le
diagnosticaron autismo hace 21 años. En ese momento, nadie les dio ninguna
sugerencia a su familia sobre cómo ayudarle. Muchas noches, sus padres
navegaron por la web para encontrar algo que pudiera sacarme del “temido
autismo”. Cuando tenía 3 años, sus padres acordaron una cita con un médico
llamado Stanley Greenspan (creador del modelo DIR/Floortime. Si quieres saber más pincha AQUÍ). Desafortunadamente,
tuvieron que esperar varios meses para verlo en Bethesda, Maryland, muy lejos
de nuestra casa en Nueva Orleans, Louisiana. Mientras tanto, su contacto
con el autismo comenzó con una terapia llamada “análisis conductual aplicado”
(ABA).
Sus padres
contrataron a un grupo de consultores de Portland, Oregón, para venir a Nueva
Orleans y enseñar a los estudiantes universitarios a realizar ABA. ¿Cómo describe
el protagonista esta teoría? La terapia fue muy pavloviana (de Paulov, si
quieres saber más pincha AQUÍ) porque le pedían que respondiera a las
solicitudes. Si respondía correctamente, le daban una golosina. Nunca
le dieron una descarga eléctrica si respondía mal, pero se sentía como un
animal en una de las cajas de Skinner. No tenía sentido y no implicaba
pensar en absoluto. Ben lo explica muy explícitamente:
"Muéstrame la pelota, Ben".
"¡Vete al infierno!", le respondía, pero de la forma
silenciosa que era la que tenía.
“Identifica el libro y obtendrás una galleta, Ben”.
"Odio las galletas", respondía a través de mi aleteo.
Después de
aproximadamente seis meses de estos ejercicios sin sentido, sus padres
decidieron abandonar esta terapia porque vieron se sentía abatido. Entonces,
¿ABA fue exitoso para él? Ben dice que aprendió algunas palabras como
resultado de las muchas horas de identificación de objetos de memoria. ¿ABA
le “curó” su autismo? Absolutamente no. No podía funcionar como un
niño neurotípico habitual, por lo que pasó a la siguiente intervención.
La siguiente
terapia que probó Ben fue el modelo 'Floortime' que Greenspan creó. Este
método para él era diferente a lo que estaba acostumbrado ya que le hizo
pensar, y no solo responder por comida. No había recompensas externas,
solo la satisfacción de hacer lo que quisiera. Greenspan les dijo a sus
padres que se sentaran con él en el suelo y siguieran su ejemplo. Les dijo
que si hacían lo que Ben quería, en lugar de lo que ellos querían que él
hiciera, ese enfoque ayudaría a desarrollar su mente.
¿Considera a
Floortime como un 'éxito'? Una vez más, no, ya que Ben todavía no es
verbal, aunque puede expresar sus ideas creativas escribiendo. Sin
embargo, cree firmemente que Floortime marcó una diferencia al desarrollar sus
procesos de pensamiento y creatividad.
En su opinión, las
terapias que se centran en la atención y en la comunicación, ya sea verbal o no
verbal, son las más prometedoras. En su caso, pasó horas escribiendo con un logopeda
para poder expresar sus pensamientos e ideas. ¿Fue este método
exitoso? Ben sigue siendo autista, pero la terapia le ha ayudado a llevar sus
palabras no verbales al mundo.
Sello de Mateo es Director del Spring Harbor Hospital
Gran parte de su
trabajo clínico se produce en un centro para pacientes hospitalizados que
atiende principalmente a niños y niñas en edad escolar con formas severas de
autismo.
Estos niños y niñas
suelen ser mínimamente verbales y tienen discapacidad intelectual. Muchos
también presentan importantes problemas psiquiátricos o de comportamiento, como
la lesión (hacia los demás y hacia ellos mismos); episodios severos y
prolongados de desregulación emocional (perretas); ansiedad; desorden hiperactivo
y déficit de atención; depresión y, ocasionalmente, psicosis. Por lo
general, han recibido múltiples tratamientos farmacológicos y conductuales que
no han funcionado. Su centro suele ser la última parada de un largo viaje.
Entonces, para él y
su equipo, "éxito" significa, quizás de forma extraña, ayudar a una
persona a volver a tener autismo. Su objetivo no es hacer que una persona
sea “normal” o “perfecta” o “genial”, sino aliviar la ansiedad, reducir o
eliminar la autolesión, sofocar o detener la agresión. Si lo que queda es
simplemente el autismo y sus desafíos, eso es un éxito.
La gente se queda en
su centro durante un mes, de media. Durante ese tiempo, reciben múltiples
evaluaciones, ABA y un plan de comportamiento individualizado. La mayoría
también recibe medicación dirigida, logopedia y terapia ocupacional. A
veces, trabajan con las familias en la relación entre padres e
hijos. También buscan cuestiones médicas y fuentes de dolor físico, que sean
un factor importante en los problemas de conducta, e intervienen en ellas. Si
al pasar un mes siguen apareciendo estas situaciones, estas personas continúan
en el centro . En una minoría de casos exploran otras opciones, como
instalaciones de tratamiento residencial a largo plazo.
En última
instancia, buscan que las personas vuelvan a participar en la vida que tenían
antes de que las cosas empeoraran. Para muchos de los niños y niñas, su
mundo se ha reducido significativamente. Como resultado, su calidad de
vida es extremadamente baja. Los equipos de investigación del autismo tienden
a centrarse en abordar las características principales de la condición en lugar
de en la calidad de vida. Pensar en los resultados de una intervención en
términos de calidad de vida requiere un cambio de perspectiva, pero es un
cambio necesario cuando se trata a estas personas.
Hasta aquí la
publicación de hoy que sirve para ver las diferentes perspectivas, muy
diferentes, de lo que puede considerarse el “éxito” en una intervención. Seguro
que coincidimos más con unas que con otras, pero es importante conocerlas todas
para conformarnos una idea de lo que una intervención puede suponer y lo
positivo o negativo de las mismas.
Bibliografía
/www.spectrumnews.org/opinion/cross-talk/defines-success-autism-treatments/amp/
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