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Autistic Thinking: this is the title

Autistic Thinking: this is the title
Peter Vermeulen
Jessica Kingsley Publicaciones
Año: 2001

Las publicaciones de Peter Vermeulen siempre merecen un espacio en este blog al ser, desde hace años, uno de mis autores de referencia (con anterioridad ya habíamos reseñado un par de sus libros, “Soy especial” y “Autism as Context blindness”, que podéis leer AQUÍ y AQUÍ). La obra sobre la que hoy vamos a reflexionar es una especie de “antecesora” de la segunda y está dedicada a comprender de forma sencilla la forma de pensar de las personas con autismo. Dividida en ocho capítulos, el autor pretende hacernos entender las peculiaridades del estilo cognitivo y comunicativo de las personas con autismo en cada uno de ellos.

Comienza la obra con un prólogo de Francesca Happé, directora y profesora en el Cognitive Neuroscience del Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres, discípula de Uta Frith e investigadora  a cerca de los procesos socio-cognitivos en el espectro del autismo (si quieres leer su obra más destacada pincha AQUÍ) y con otro a cargo del propio autor, haciendo una analogía entre las computadoras y de alguien con autismo siguiendo el consejo de una persona con autismo que Peter conocía.

El primer capítulo, “Unexpected Originality. About humour and autism” –Originalidad inesperada. Sobre el humor y el autismo–, parte de una frase que se repite y que Vermeulen pone en duda: las personas con autismo tienen una ausencia de sentido del humor. De hecho el autor plantea que habitualmente las personas con autismo se encuentran atónitas a lo que se supone que es gracioso para las “neurotípicas” por ejemplo ante el uso de herramientas como la metáfora o la ironía que son muy dificultosas para ellas. A través del capítulo se narran las diferentes funciones del humor y su relación con el autismo –por ejemplo como consecuencia de la interpretación de una situación nueva, como arma para ridiculizar a la gente o como herramienta para mejorar la actitud hacia esta condición–.

Como colofón al artículo, Vermeulen cuenta un gran chiste de Jim Sinclair, activista y persona con autismo que decía que “en mayo de 1989 conduje 1200 kilómetros para asistir a la décima conferencia anual de TEACCH, donde aprendí que las personas autistas no podían conducir…”.

El segundo capitulo “Humorous Mechanics. About humour and artificial intelligence”, –Mecánica humorística. Sobre el humor y la inteligencia artificial– explica como el autismo a veces exhibe una cara humorística porque las personas con esta condición interpretan el mundo diferente a como lo hacemos las personas que no la presentamos. A partir de ahí, Vermeulen relaciona la “inteligencia artificial” del autismo con el contexto, es decir como el comportamiento de los ordenadores y los robots –que en ocasiones nos parece gracioso y absurdo– se puede reconocer en anécdotas de personas con autismo. ¿Qué tendrían en común con los robots para el autor? Dice Vermeulen que un comentario habitual para personas que no están familiarizadas con el comportamiento autista, después de visitar una clase especializada en autismo es “Están creando robots ahí” ya que tienen la impresión de que el comportamiento “robótico” de los chicos o chicas es consecuencia del enfoque educativo de la clase. Sin embargo para el autor lo que hacen esas clases es adaptarse a la forma de pensar y comportarse de la infancia con autismo y plantea una pregunta ¿Convierte el Braille a las personas en ciegas o se inventó el Braille porque hay personas ciegas?

Por supuesto que para el autor las personas con autismo no piensan exactamente como los robots o los ordenadores pero sí que igual que ellos tienen dificultades para integrar detalles y asignar significados en base a un contexto coherente (esta idea la desarrolla en Context Blindness del cual ya hemos hablado en este blog y del que tenéis el enlace arriba).

El tercer capítulo titulado “When the light is red you must stop”, –Cuando la luz esté roja te debes parar– está centrada en la escena de la famosa “Rain Man” en la que su protagonista Raymond Babbit  se detiene en medio de de la calle porque el semáforo se pone en rojo lo que significa exactamente “no pasar” y su literalidad así se lo exige. A partir de ahí, Vermeulen habla de la “Coherencia central”, teoría que enunció Uta Frith y la relaciona con el efecto del contexto en la literalidad del autismo (para una persona “normotípica” un semáforo en rojo significa “no pasar” si está esperando en la cera pero si se pone en rojo en medio del acto de cruzar la calle significa “date prisa”). La segunda parte del capítulo se dedica a analizar cómo la forma diferente de pensar de las personas con autismo lleva a un comportamiento diferente y fuera de la norma. Reaccionan de forma ante los estímulos. Un input diferente, genera un output diferente. Por eso las personas con autismo a veces actúan de forma extraña o dan respuestas extrañas ante las preguntas.

El cuarto capítulo, “Life as a Dotted Line. About social behaviour and identity”, –La vida como una línea de puntos. Sobre el comportamiento social y la identidad–, reflexiona sobre algunas ideas tan interesantes como:

*La adaptación que tenemos al comportamiento social ocurre cuando posees “sensibilidad al contexto”. Si esta te falla por la falta de imaginación, como a las personas con autismo, te adaptas al mismo libre y literalmente, fundamentalmente de dos formas: aplicando las reglas demasiado a menudo y por demasiado tiempo (sobre-generalización) o aplicando las reglas pocas veces o de forma muy selectiva (hiperselectividad). Ambas dos, la hiperselectividad y la sobregeneralización, son dos caras de la misma moneda: la falta de la coherencia central.

*La vida de las personas con autismo presentan una ausencia de “continuidad”: no existe una “línea histórica” en su vida, una escena salta a la siguiente, no existe un hilo coherente. Hay una línea punteada en la que cada punto representa un hecho, desconectado del otro. Lo que se fue, se fue.

*En contra de lo que a veces se defiende, las personas con autismo quieren participar en el mundo social. Muchas tienen un claro interés social y hacen todo lo posible por participar en nuestro difícil mundo social y para ello desarrollan “estrategias de superviviencia” como la imitación del comportamiento de las otras personas, de la misma manera que las personas sin autismo copiamos comportamientos en entornos culturales desconocidos.

*Las personas con autismo tienen muchas dificultades en entender las relaciones sociales a primera vista. En muchos casos, necesitan “comparar y calcularlas”.

*Las dificultades de las personas con autismo no suelen estar en interpretar las expresiones faciales o los comportamientos generales. La dificultad estriba en la relación invisible entre lo “interno” (emociones, sentimientos, ideas, deseos…) con lo “externo” (lo que dicen y hacen). Para poder comprender el comportamiento de alguien necesitas ponerte en sus zapatos es decir lo que técnicamente se conoce como “Teoría de la mente”.

El capítulo número cinco se titula “The Button man. About communication” –El hombre del botón. Sobre la comunicación– y parte de la interesante idea de que son los símbolos los que permiten crear un mundo compartido y plantea cómo a través de la comunicación, el significado se transfiere de una persona a otra. Las personas con autismo, según el autor, muestran muchos errores de interpretación: además de los problemas con la imaginación y la abstracción tienen problemas particulares con la coherencia entre los símbolos interrelacionados y su conexión con un contexto dado. El lenguaje es una herramienta simbólica la cual en ocasiones hay personas con autismo que no desarrollan y otras personas que sí lo hacen. A partir de ahí, Vermeulen se detiene en algunas peculiaridades del lenguaje en el autismo: inversión pronominal (ya apuntada por Kanner) o las dificultades con los significados múltiples. Otra de las cuestiones en las que incide el autor son las dificultades que muestran las personas con autismo en comprender aquello que no se ha dicho, lo que no es visible, lo que no se observa en términos concretos y cómo el significado muchas veces está oculto si no tenemos la información del contexto. Esto último les lleva también a los errores en la interpretación: su falta de habilidad para entender la coherencia comunicativa (ideas) está muy relacionada con los problemas que experimentan en su vida social (contexto), por lo que las ideas que se esconden detrás de la comunicación son un secreto para las personas con autismo. Un ejemplo de ello es la falta de reacción a las instrucciones grupales en la escuela, cuando el alumnado con autismo no responde a la instrucción porque no entiende que se estaba dirigiendo a él, al no decir explícitamente su nombre.

El capítulo 6 “Applefries. About rigidity”, –Patatas fritas. Sobre la rigidez–, comienza hablando de los automatismos en el autismo para detenerse después en la “esencia de las cosas” ya que la habilidad que las personas “neurotípicas” tenemos de ver la cohesión y de ser capaces de poner en marcha la “coherencia central” nos facilita la flexibilidad para adaptar nuestro comportamiento a situaciones cambiantes, no como en el caso de las personas con autismo, en las que su déficit de “coherencia central”, hace que mientras que el “todo” no se comprende, la vida es un conjunto de detalles conectados unos a otros y esa conexión se utilizará como un “absoluto” en futuras situaciones. En relación con la “coherencia central”, la sensibilidad al contexto es un concepto que implica la capacidad de comprender la esencia de las situaciones y de separar lo importante de lo que no lo es. En este sentido, las personas con autismo tienen dificultades de poner las cosas en perspectiva. Están menos orientadas hacia el significado de las situaciones y se detienen más en la observación literal de los detalles, lo que tiene un importante impacto en el comportamiento. En resumen, muestran problemas con la flexibilidad en la generalización, bien por exceso o bien por defecto:

*La falta de generalización ocurre cuando no eres capaz de aplicar el conocimiento previo a una conducta o una actividad en una situación similar, cuando tu comportamiento se halla orientado hacia un detalles particular y fallas en tus reacciones cuando ese detalle está ausente de la situación, incluso cuando la situación en sí misma es “idéntica” o esencialmente la misma. Puedes llevar a cabo una situación solamente cuando el detalle en cuestión está presente.

*Un exceso de la generalización ocurre cuando estás orientado hacia un detalle particular, el cual está presente en la situación y reaccionas ante su presencia, incluso cuando la situación es “total” o esencialmente diferente. Reaccionas incluso cuando no es necesario.

Las personas con autismo suelen fallar en captar la esencia de las situaciones: su comprensión tiene una orientación analítica, es decir, cada situación es la suma de todos los detalles. Captan mejor todos los detalles en vez del significado de los mismos. Por ello es frecuente que las personas con autismo sean capaces de realizar algo en un contexto  o situación pero incapaces de hacer lo mismo en otro.

Y esta cuestión (la hiperselectividad) les lleva a la sobregeneralización: conectan cada detalle con cada comportamiento. Por ello cuando se enfrentan a una nueva situación tienden a repetir en rutinas familiares y a buscar experiencias que ya han vivido.

Las personas con autismo se enfrentan al día a dia de forma muy literal y rígida según Vermeulen y tratan de resolver esos problemas desde su punto de vista literal, lo que termina en soluciones diferentes a las que daríamos las personas “neurotípicas”.

El séptimo capítulo se titula “Making Coffee is not a 2+2 problem. About problems and problem solving”, –Hacer el café no es un problema de 2+2. Sobre los problemas y la resolución de los mismos–. Para el autor, existe una gran diferencia entre el conocimiento teórico de los hechos y el sentido común, pero en el caso de ambos es necesario el “pensamiento cohesivo”, especialmente en el caso de la resolución de los problemas del día a día. Las personas con autismo muestran un gran conocimiento teórico sobre las cosas, sin embargo su sentido común no está normalmente lo suficientemente desarrollado  para permitirles solventar problemas domésticos, los cuales resolvemos las personas normotípicas rápidamente, al existir menos normas y reglas y emplear una mayor “sensibilidad al contexto”. Para Vermeulen el autismo no es simplemente un problema de asignar significados, es un problema de asignar sentido.

A partir de ahí, el autor se centra en la menor habilidad de las personas con autismo en llegar a un objetivo. Presentan dificultades en la resolución de problemas, incluso los más simples porque están menos orientados hacia lo intencional y a la resolución de tareas. Si quieres ser eficiente y efectivo tienes que ir más allá de los detalles, presentar una flexibilidad mental para incluir los detalles en la imagen completa, la cual está siempre cambiando. Por tanto la eficiencia y la efectividad están relacionadas con la flexibilidad cognitiva, de la cual suelen adolecer las personas con autismo según el autor.

A partir de este punto Vermeulen, ante  esa falta de flexibilidad cognitiva en las personas con autismo, explica la práctica de los comportamientos ritualísticos o estereotipados, ya que les ofrece mayor seguridad y confortabilidad, al ser el mundo demasiado cambiante e impredecible. Las personas neurotípicas consideramos esos rituales sin finalidad al no encontrarles una meta  pero no lo son para las personas con autismo: les ofrecen seguridad. Es más, en muchas ocasiones estas actividades son una especie de secuencia de acciones, de pasos separados que necesitan realizarse de uno en uno, dentro un proceso absoluto.

En ese sentido las personas con autismo, como pensadoras al detalle, resuelven los problemas (desde nuestro punto de vista) de forma absurda y sin sentido. Sin embargo, lo que emplean son estrategias ajustadas a su forma de procesar la información, que para Vermeulen muestra una “falta de sensibilidad al contexto”, una dificultad en ver la “foto completa” y de adaptar la variabilidad de respuestas que son necesarias en función de los cambios de contexto y en el propio contexto. Al final eso termina llevando a las personas en muchas ocasiones a llevar a cabo actividades o instrucciones sin conocer el propósito, el significado, de la acción y les lleva a ser muy buenos en realizar las tareas que se les plantean pero en ocasiones de manera “burocrática”, es decir rígida y “por el libro”.

La flexibilidad para resolver problemas presupone tomar decisiones y esta es una cuestión que no es fácil para las personas con autismo, incluso para aquellas con una inteligencia normal o extraordinaria, ya que intentan calcular soluciones para los mismos, algo similar a lo que haría una computadora, según el autor. Por ello los problemas cotidianos que no se resuelven de forma “matemática” pueden ser muy complejos. Estas dificultades las solucionan bastante bien, cuando existen normas y procesos claros y encajan en la manera en la que han aprendido las reglas y las rutinas, pero si esto no sucede, es cuando aparecen los problemas. Los problemas diarios muchas veces se resuelven mediante una “intuición” que no entiende de reglas.

Por tanto, las personas con autismo  realizan un gran esfuerzo en el proceso de toma de decisiones y les lleva más tiempo, ya que analizan todas las posibles opciones que las personas neurotípicas ya habríamos desechado porque “no encajan en el contexto” (Si llueve y está nevando inmediatamente desecharíamos los pantalones cortos, las sandalias o las camisas de manga corta. Una persona con autismo debe decidir la ropa que ponerse y probablemente esa decisión incluiría también la ropa de verano). La vida es más fácil para ellas cuando existen reglas claras y cuando se les facilita la toma de decisiones.

El último capítulo del libro se titula “Between the lines. About autistic intelligence (2)”, –Leer entre líneas. Sobre la inteligencia autista (2) –. Comienza el mismo Vermeulen hablando de cómo el mundo para la persona con autismo es de carácter fragmentado donde la cohesión está ausente. La coherencia central, la habilidad para establecer esa cohesión, no es algo que hayas nacido con ello o no, se desarrolla y algunas personas lo pueden adquirir en mayor o menor grado. Es un error pensar que las personas con autismo presentan una ausencia completa de la coherencia central. Es solo que esa habilidad se ha desarrollado débilmente.  Para complicar las cosas el grado de debilidad en la coherencia central no es el mismo en todas las personas con autismo, de la misma forma que la expresión de su inteligencia es diferente: el autismo se manifiesta en sí mismo, en todos los niveles de inteligencia, y en ese ámbito hay mucha gente con autismo que presenta discapacidad intelectual, es decir interpretan el mundo de forma diferente por su autismo y entienden menos del mismo por su discapacidad intelectual.
Un error típico en el análisis de su talento viene de una malinterpretación del concepto de inteligencia, ya que ésta es presentada en muchas ocasiones como un “bloque monolítico”, que se posee en mayor o menor grado (“listo o tonto” “inteligente o no”) por lo que hay personas con autismo que hacen calculan de forma espectacular y entonces son clasificadas en el grupo de “los inteligentes” a pesar de las dificultades que puedan encontrarse en otras áreas o ámbitos.

La forma adecuada de analizarlo es que las personas con autismo tienen dificultades para lidiar con varias opciones al mismo tiempo. La información debe ser procesada “pieza a pieza” y su inteligencia se caracteriza por un procesamiento por partes. Su problema principal es su ausencia de rapidez y sus inconvenientes en el procesamiento de la información paralela e integrada. En otras áreas pueden ser mucho más inteligentes que las personas sin autismo, por ejemplo, en aquellas tareas que impliquen mayor importancia en los detalles que el todo (el autor cuenta la anécdota de un joven administrativo con autismo y su capacidad para detectar errores en un texto). Y lo que hacen es utilizar estrategias que acentúan sus puntos fuertes. Utilizan “estrategias de superviviencia”.

A pesar de estas estrategias de supervivencia, la autonomía completa y la integración “real” en el mundo de los pensadores coherentes es posible solamente para un porcentaje pequeño de las personas con autismo según el autor. Las personas con autismo piensan diferente y procesan la información de forma diferente y no asignan el significado como las personas sin autismo, carecen del “sentido común” entendido este como algo “comunal”, ya que le dan un significado a las cosas de forma idiosincrásica (particular), en contraste con la forma comunal. Su conocimiento es “sobre los hechos”, es decir sobre datos claros y definidos, sobre reglas y claridad. A las personas con autismo les gustan estas reglas y la claridad porque viven mejor en un mundo gobernado por la claridad y sin ambigüedades. Desafortunadamente el mundo no está mayoritariamente orientado a su forma de entender y en la mayoría de las situaciones no funcionan las reglas fijas. El autismo es un modo “no intuitivo de pensar”, y esa “ausencia de la comprensión intuitiva de la cohesión entre las cosas” siempre estará presente ejerciendo su influencia.

Hasta aquí la publicación de hoy sobre un libro esencial de un autor insustituible, Peter Vermeulen, capaz de combinar su sabiduría con el entretenimiento de tal forma que da igual que escribiera sobre autismo que sobre deporte. Seguiría siendo igual de imprescindible su lectura.




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