La
publicación de hoy gira en torno a un aspecto muy controvertido en relación con
la educación de las personas con autismo: el contacto visual. En una de las
charlas de este año, hablando con una profesora y mamá de un niño con autismo
sobre este tema me apunté en la agenda mental que tenía que escribir sobre
ello.
En mi opinión, debemos partir de la idea de
que para algunas personas en el espectro del autismo, el contacto visual puede
ser una experiencia estresante, distractora e impositiva. Con demasiada
frecuencia, sin embargo, los desconocidos e incluso los cercanos o familiares
consideran que evitar el contacto visual es "grosero" o
"antisocial", cuando éste no es el caso en absoluto (en alguna ocasión me ha tocado explicárselo a algunas familias o al profesorado).
Para
comprender mejor cómo se sienten las personas en el espectro del autismo “The
Mighty”, una fantástica página web que informa sobre la actualidad del autismo
desde la óptica de la propia persona (si quieres saber más sobre ella pincha
AQUÍ), hizo una consulta a sus lectores y extrajo estas conclusiones que
pasamos a compartir. ¿Cómo se siente realmente una persona con autismo cuando
mira a los ojos?
Laura nos dice que "es abstracto para mí y puede ser
agotador. Mirar a otra persona a los ojos significa que estoy asimilando
todo sobre ellos como persona y me siento sobrecargado. Es un flujo
constante de información extra sensorial o de procesamiento además de lo que
estoy tratando de resolver en mi cabeza. Puede interrumpir cualquier
pensamiento o proceso de habla que esté sucediendo y elimina mi energía
rápidamente”.
Sydney cuenta que “mis ojos toman fotos de las cosas que
veo, y puedo regresar mentalmente y volver a visitar estas imágenes en mi mente
durante mucho tiempo. Si te miro a los ojos durante mucho tiempo, me
vuelvo loco con tantas imágenes de tus ojos. Es abrumador, y tengo que
apartar la mirada para darle a mi mente algo más que procesar”.
Tom es muy directo y nos dice que el contacto visual
“es algo asqueroso”.
Emma cuenta como para ella “el contacto visual lo siento
como si me estuvieran mirando, como si me escudriñaran y juzgaran. Me
siento incómoda porque estoy bajo una inmensa presión, y la tensión aumenta y
aumenta hasta que finalmente tengo que mirar hacia otro lado. Es casi
conflictivo, lo que me causa mucha ansiedad . Es demasiada presión, y no puedo
mantener el contacto visual por mucho tiempo a menos que sea con alguien en
quien confíe... Pero a pesar de que mis ojos se desvíen, o si estoy mirando en
otra dirección, no te equivoques: todavía estoy escuchando, y todavía
estoy interesado en lo que tienes que decir.”
Megan cuenta como se puede sentir “como si estuviera ahí
desnuda. Es muy difícil formar un pensamiento coherente con todo esto
pasando en tu cabeza. Mi truco para hacer el contacto visual más soportable
es hacerlo con las cejas de las personas. Nadie nota la diferencia”.
Alex explica como “de niño, no realicé ningún contacto
visual en absoluto, pero ahora lo hago (o dejo que la gente crea que lo estoy haciendo)
en ciertas situaciones pero no en otras. Si estoy estresado por algo, es
probable que no esté mirando a los ojos y, en general, no me gusta demasiado. Es
difícil explicar por qué el contacto visual es difícil, pero muchas veces se
siente espeluznante. Te sientes como si alguien estuviera mirando
directamente a tu alma. Es por eso que solía ser absolutamente
insoportable y aún lo es en determinadas circunstancias.”
“Para mí, es difícil porque siento que la persona
con la que hago contacto visual puede ser capaz de ver lo extraña que soy
socialmente. Me obligo a hacer contacto visual cuando hablo con una
persona, pero en realidad puede generarme la sensación de que mis ojos se
queman o se mojan mientras lo hago” nos dice Jill.
Luci expresa que “cuando hago contacto visual, el
mundo a mi alrededor se bloquea. Solo puedo procesar el inmenso dolor y la
incomodidad que llega a mi cerebro. Ese dolor se va si aparto la mirada”.
Liz plantea que “el contacto visual directo es
demasiado conflictivo, y no manejo bien la confrontación”.
Chris cuenta como
"a veces es físicamente doloroso tratar de mantener una mirada constante,
directamente en los ojos de otra persona. No significa que no esté
escuchando o tenga algo en contra de que la persona me hable, es solo una lucha
incontrolable para mantener el contacto visual”.
Nell dice que "si trato de mirarte cuando intento decir algo, me cuesta conseguir lo que quiero
decir porque no puedo separar el procesamiento que se realiza con ambas tareas”.
"Para mí puede ser un dolor físico; te
sientes como si ardieras por tener demasiadas emociones, y no puedo asimilarlo
todo de una vez " dice Rosie.
Chris cuenta que “ya es suficiente el que nos
concentremos en la conversación media para añadir la exigencia de hacer algo
que, francamente, nos parece muy antinatural a muchos de nosotros. Puedes
tener mi contacto visual, o puedes tener mi concentración. Elije lo que
más valores".
Deidra habla de “una sensación muy incómoda. Se percibe como una amenaza, como una
invasión. Me resulta mucho más fácil establecer contacto con personas con
las que estoy familiarizado”.
"El
contacto visual es difícil para mí porque me siento abrumada por muchas
opiniones diferentes. Cuando trato de escuchar, seguir o contribuir a una
conversación o simplemente administrar mis diferentes sensibilidades, es más fácil,
más cómodo y menos doloroso para mí no mirar a los ojos. Escucho y me
concentro mejor cuando no estoy mirando a los ojos” nos cuenta Erin.
"A
mí me parece antinatural" dice para finalizar Emilyanne
Y tras esta lectura, quizás reflexionemos sobre la
importancia o no de "exigir" a una persona con autismo (otra cuestión es fomentar) el contacto visual y nos
pongamos “las gafas para ver azul”.
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