Repasando el
manual "ComFor,
precursores de la comunicación" de Verpoorten,
Noens y Berckelaer-Onnes (si quieres saber más puedes pinchar aquí)
he recordado una conversación con una compañera que me pareció lo suficientemente interesante para darle contenido a la publicación de esta semana. La cuestión es la siguiente, obviando las diferencias individuales y generalizando la cuestión ¿qué les es más fácil de comprender a los niños y a las niñas con autismo, las fotografías o los pictogramas?
En muchas
ocasiones, cuando nos referimos al grado de iconicidad y abstracción en los
apoyos visuales, existe una visión bastante generalizada sobre la mayor facilidad de
comprensión de las fotografías frente a los pictogramas. De hecho, la
progresión que solemos escuchar habitualmente en este campo es la de “objeto
real, fotografía, pictograma o dibujo y palabra escrita” haciendo referencia a
una graduación de mayor a menor iconicidad y de menor a mayor abstracción.
¿Pero realmente esto es así?
Charlando
hace un tiempo en mi colegio con mi compañera Ana sobre una reflexión suya, llegamos a
la conclusión de que no siempre es cierta esa escala de complejidad. Ella me
decía que, en sus años de experiencia (y son muchos), los pictogramas le parecían mucho más
sencillos de comprender por parte de las personas con CEA que las fotografías, y
me ponía el ejemplo de una de sus alumnas a la que le mostraba una fotografía
de un objeto general, un armario con cuentos, y la niña se fijaba en uno de los
cuentos, aunque que era muy pequeñito, que aparecía en ese armario, ya que era de una temática de gran interés para
ella (un buen ejemplo de pensamiento centrado en el detalle y de coherencia
central "débil"). Mi impresión era la misma, aunque le manifestaba que dependía
también de cómo estaban elaboradas las fotografías (si cumplían unos estándares
adecuados como los que propone Linda Hodgdon en su libro "Estrategias visuales para mejorar la comunicación" (más adelante escribiré sobre él): como son identificar el elemento
crítico de la foto, hacer las fotos de cerca, eliminar el contexto distractor,
tener en cuenta la iluminación, los reflejos etc.).
En este
punto, cuando leí por primera vez “ComFor”, le hice una fotografía a una de sus
páginas y se la envié porque recogía negro sobre blanco la reflexión de Ana: Verpoorten y
sus compañeras mostraban una visión idéntica (y en mi opinión de extrema
importancia) respecto a las modalidades de comunicación preferidas para las
personas con CEA (que como ya hemos señalado en alguna ocasión serían aquellas
que presentan una estructura permanente, concreta y espacial, y abarcarían los
objetos, pictogramas, fotografías, dibujos y palabras escritas). Estos
autores, referían lo erróneo de una idea comúnmente instaurada en la práctica
clínica y educativa, de la supuesta facilidad de comprensión de las fotografías
frente a los pictogramas. Para las personas con CEA esta cuestión, según estos
investigadores, en la mayoría de ocasiones no resultaría de esta manera. Con
las fotografías, la conexión entre el símbolo y el referente puede ser más
evidente al ser más icónica (Lloyd y Blischak, 1992 en Verpoorten et al., 2014) pero también es cierto que la
fotografía tiene más detalles distractores para la persona con autismo (Verpoorten et al., 2014), debido a su estilo perceptivo y
cognitivo, cuestión que inclinaría a estos autores al uso de los pictogramas.
Nuestra experiencia diaria, parece corroborar sus ideas: a similar nivel de iconicidad
y abstracción de la fotografía y el pictograma, nuestro alumnado comprende
mejor la información mediante pictogramas que mediante fotografías. No sé si
estaréis de acuerdo, pero me parece una cuestión interesante para reflexionar.
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