5 principios para la formación de los y las docentes en relación con la educación de las personas con autismo (II)
Vamos a continuar con la publicación sobre los 5 principios para la formación de los y las docentes en relación con la educación de las personas con autismo que nos proponen Christopher Gillberg y Theo Peeters (si quieres ver la primera parte pincha aquí).
El tercero de los principios se trata de la adaptación del ambiente a las cualidades de las personas con autismo.
De la misma forma que el Braille es un sistema que adapta el ambiente y potencia la calidad de vida de las personas con ceguera, las personas con autismo, que presentan un estilo cognitivo extremadamente literal, necesitan un sistema que se adapte a dicho estilo. En palabras de Uta Frith (1989) las personas con autismo son "conductistas" a las que podemos ayudar comunicándonos con ellas de la forma menos abstracta posible. Si convertimos su ambiente en algo previsible estas personas serán más independientes, presentarán mayor seguridad emocional y encontrarán un significado para su vida.
Peeters aboga porque, de la misma manera que existe una "comunicación alternativa" para las personas que no pueden hablar, exista una "significación alternativa" para aquellas personas que no pueden extraer el significado de los entornos usuales, buscando entornos predecibles y organizados, tanto espacial como temporalmente.


El cuarto principio está relacionado con el aprendizaje funcional.
No solamente debemos partir en el proceso de aprendizaje de una persona de una evaluación adecuada sino que debemos saber la dirección hacia la que nos vamos a dirigir.
Los niños y niñas pronto se convierten en personas adultas. Debemos prepararles para una edad adulta lo más independiente posible poniendo énfasis en las habilidades que más necesitarán en un futuro, incluyendo la comunicación, las habilidades para el trabajo, para la vida doméstica, el ocio, las situaciones sociales, además de habilidades académicas (funcionales). Debemos ser selectivos en esta tarea, ya que las personas con autismo solo aprenderán esas habilidades funcionales si son explícitamente enseñadas (aprendizaje explícito. Es decir, primero les enseño cómo se realiza una tarea, guiándoles paso por paso a la consecución de la misma, por ejemplo los pasos necesarios para realizar una suma, y posteriormente retiro progesivamente las ayudas para la realización de la misma hasta que la hacen de manera autónoma).
Peeters, ejemplifica las habilidades que mostraba Raymon Babbit en Rainman, que era brillante con los números y el cálculo pero no era capaz de aplicar ese conocimiento numérico para hacer la compra. Las personas con autismo, incluso las de alto funcionamiento, suelen ser con frecuencia poco "prácticas": tienen grandes dificultades para aplicar su conocimiento en contextos sociales.


El quinto principio se refiere al "cómo", es decir la manera que la formación y educación debe ser adaptada al autismo.
Cada individuo debe ser ayudado de una manera diferente. La "educación especial" que se ofrece a las personas con discapacidad mental (que consiste primordialmente en la simplificación) no es suficiente, porque la persona con autismo no es una persona con discapacidad mental (aunque pueda presentarla asociada en ocasiones), sino que tiene grandes dificultades en transcender lo literal, y esa dificultad se manifiesta en diferentes niveles de inteligencia como ya habíamos expresado anteriormente.
Como resultado Peeters indica que las personas con autismo necesitan clarificación mediante la compensación y para ello, el profesorado, debe ayudar a entender significados que permanecerían inaccesibles para ellas mediante vías ordinarias. Las personas con autismo serían "pensadores visuales", e incluso aunque presenten alto funcionamiento, necesitarían apoyos visuales.
Hasta aquí los cinco principios. Espero que os hayan resultado tan útiles como lo fueron en su momento para mí.
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