Tras el periodo vacacional, vuelvo con el blog a contaros una nueva historia relacionada con el mundo del autismo y que esta vez tiene como protagonista a Georges de la Tour (1593-1652), pintor barroco de la escuela francesa y de cómo ha sido uno de los protagonistas de mi periodo veraniego en lo relacionado con el espectro autista.
En primer lugar, adelantaros que ningún dato en su biografía hace indicar que este autor haya presentado ningún rasgo relacionado con la condición de espectro autista. A grandes rasgos, se habla de él como un "pintor acomodado en lo económico, desabrido en lo personal y reconocido en lo profesional, alcanzando en el culmen de su carrera el nombramiento de pintor de Luis XIII" (si queréis saber más acerca de su figura podéis pinchar aquí o aquí).
Entonces ¿por qué le "enfocan las gafas"? La respuesta la tiene Uta Frith. Hace años leí en su libro "Autismo: hacia una explicación del enigma" (pronto será reseñado en el blog) la explicación que esta autora e investigadora crucial en el entendimiento del autismo tal y como lo conocemos hoy en día, realizaba sobre la lectura de la mente y la ceguera mental, utilizando un cuadro llamado The Cheat with the Ace of Diamonds (El tramposo con el as de diamantes) de un autor llamado Georges de la Tour.
En él, se observa a cuatro personas con lujosos ropajes: una mujer y dos hombres, jugando a las cartas alrededor de una mesa y de pie, detrás del grupo, una criada con una copa de vino en la mano. Pero esta información por sí sola, no transmite todo lo que está sucediendo en el cuadro. Somos capaces de inferir algo más: un suceso tácito que expresan los personajes elocuentemente con sus ojos y manos, pero dicho suceso interno no resulta visible de la misma manera que lo son los personajes y sus acciones.
En él, se observa a cuatro personas con lujosos ropajes: una mujer y dos hombres, jugando a las cartas alrededor de una mesa y de pie, detrás del grupo, una criada con una copa de vino en la mano. Pero esta información por sí sola, no transmite todo lo que está sucediendo en el cuadro. Somos capaces de inferir algo más: un suceso tácito que expresan los personajes elocuentemente con sus ojos y manos, pero dicho suceso interno no resulta visible de la misma manera que lo son los personajes y sus acciones.
Sabemos que algún incidente se está produciendo si profundizamos en la información: la mujer del centro y la criada miran de reojo con curiosidad al jugador de la izquierda, que a su vez nos mira a los espectadores. La criada, a la vez, le señala con el índice de la mano derecha. Este jugador, esconde dos ases en la mano izquierda, detrás de la mesa y el resto de cartas las sostiene encima de la misma. A la derecha, hay otro jugador que mira sus cartas, concentrado.
Por lo tanto existe información explícita e información implícita que somos capaces de inferir del cuadro, para extraer toda la información. Los hechos y las inferencias que realizamos se refieren a lo que los personajes saben y creen, sienten y desean.
Nuestra comprensión de la escena se basa en una capacidad de lectura mental, llamada "mentalización" por U. Frith, que las personas adultas normotípicas presentamos y utilizamos con diferente grado de actividad y nos facilita el hecho de predecir relaciones entre los estados externos de las cosas y los estados mentales internos. Esta capacidad hace que extraigamos una serie de pistas sobre el cuadro: los ases escondidos por uno de los jugadores deberían estar en el mazo, la criada mira de reojo a uno de los jugadores porque sabe que está haciendo trampas al haberle visto los ases escondidos, la dama del centro mira a la criada extrañada y señala al jugador de la izquierda y por último el jugador de la derecha no levanta los ojos de sus cartas, por lo que el pintor quiere que creamos que no sabe lo que pasa. En resumen, Georges de la Tour ha retratado un incidente en el que se realizan trampas en un juego de cartas.
Este largo proceso mental que hemos descrito mediante el cuadro, lo habitual es hacerlo inconscientemente y de forma automática, en cambio, analizar el lienzo en términos de composición de sombras o colores o de técnica, es una tarea difícil que nos requiere práctica.
Sin embargo, no para todas las personas es así. Frith, cita a A.C. una joven con autismo a la que pidió que le hablara sobre el cuadro y el pasaje del libro relacionado con el mismo sobre el que estoy escribiendo. A.C. le respondió por correo electrónico contando que tras mirar el cuadro una hora y descifrar los pigmentos que el autor había utilizado, la calidad de la pincelada, el desarrollo de la subeconomía de los artistas en aquella época o el realismo y habilidad del artista, se puso a leer el libro y...
"me dije ¿qué demonios es esto? Era todo un culebrón de lo que se supone que una persona normal capta en primer lugar: que si éste hace trampas, que si aquélla lo sabe, que si el otro no, etc. ¡una locura!"
Esta respuesta genial, nos debe llevar a recordar siempre que las personas con autismo tienen una forma diferente de procesar e interpretar la información, más centrada en lo físico que en lo social, pero no mejor ni peor que las personas normotípicas, simplemente diferente. Sus dificultades para la "mentalización" también van acompañadas de sus fortalezas en el análisis de lo "físico". Por lo tanto, debemos intentar mejorar sus capacidades mentalistas, para que comprendan mejor determinadas situaciones sociales, a la vez que intentaremos poner en valor su forma "física" y al detalle de procesar la información, por ejemplo buscando oportunidades profesionales en las que se valoren dichas capacidades de las personas con TEA. Un ejemplo de este enfoque nos lo propone Specialisterne (pincha aquí).
Y os preguntaréis qué relación tiene este artículo con las vacaciones citadas en su título... La respuesta está en la National Gallery de Londres, mi destino vacacional de este año, y la emoción que sentí al encontrarlo (era un préstamo entre museos), tras haberlo visto impreso tantas veces en la página de un libro.
Os dejo con The Cheat with the Ace of Diamonds.

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