Hoy vamos a hablar de cosas de niños y de niñas (y de personas adultas): engaños, meteduras de pata y asuntos similares.
Para Simon Baron-Cohen, Catedrático de Psicopatología Evolutiva en la Universidad de Cambridge y director del Autism Research Centre, en su libro "Autismo y Síndrome de Aspeger" (si quieres ver su reseña pincha aquí) la Teoría de la Mente (TdM) implica la capacidad de ponerse en lugar del otro,
de imaginarse lo que piensa y lo que siente, así como de entender y prever su
conducta. Cuando vemos que alguien se da la vuelta para mirar por la ventana,
suponemos que deber haber visto algo de interés y
que puede saber algo que no podemos ver. Incluso puede tratarse
de algo deseable.
Cuando aplicamos la Teoría de la Mente no es ya que entendamos el comportamiento de otras personas
(¿por qué gira la cabeza? ¿por qué mira hacia la izquierda?) sino que podemos
incluso predecir qué hará a continuación (si quieren lo que acaban de ver es
probable que se acerquen, pero si lo temen se alejarán). Para las personas con CEA esa conducta es impredecible,
lo que les puede generar asombro o ansiedad.
La Teoría de la Mente
nos sirve para identificar las intenciones ocultas tras los gestos y palabras de los
demás: por ejemplo, cuando una persona mira a otra para, a continuación, mirar hacia la puerta podemos inferir que está indicando que es hora de irse o si decimos “cuando las barbas de tu vecino veas pelar por las tuyas a
remojar” quiere que se entienda “cuando veas problemas ajenos toma medidas para
evitar los mismo males”.
Las personas con autismo,
en muchas ocasiones, se preguntan por qué las personas “normotípicas” se miran
unas a otras de determinada manera. También entienden lo que se les dice de forma literal sin
comprender realmente lo que dice o hace la otra persona, al presentar un desarrollo diferente de la Teoría
de la Mente.
*Evolución de la Teoría de la Mente
A continuación, vamos a realizar un resumen de
hitos evolutivos en la aparición de la TdM (Baron-Cohen), comparando la evolución típica
frente a la de la persona con autismo:
14 meses: un niño o niña típico da muestras de atención conjunta (señala o sigue la
mira de otra persona) o presta atención al objeto de interés de esa persona.
18/24 meses: un
niño o niña con autismo presta su atención conjunta con menor frecuencia: señalan y
miran menos y miran menos a la cara de los demás.
24 meses: un niño o
niña típico muestra juego imaginario o de ficción, cuando juega con alguien que
finge recurre a su capacidad para leer la mente para comprender al otro. Un niño o niña con autismo
tiene restringida su capacidad de juego y cuando juega, lo hace con reglas muy
claras.
3 años: un niño o
niña típico realiza la prueba de “ver lleva a conocer”. Para superar la prueba
deben percibir que Sally toca la caja y Anne mira dentro y adquiere los
conocimientos. Un niño o niña con autismo
resuelve la prueba más tarde, no captan este principio de forma natural y a
menudo hay que explicárselo.
4 años: un
niño o niña típico es capaz de superar “la prueba del engaño (Anne y Sally)” (puedes verla aquí). Un
niño o niña dentro del espectro del autismo normalmente falla dicha prueba. Un
niño o niña típico entiende perfectamente el engaño. Es un ejemplo de poseer
una TdM "normal". El engaño consiste en hacer creer a otra persona que es cierto algo
que en realidad es falso. Se trata de manipular la mente de otra persona Un
niño o niña con autismo adquiere esta habilidad muy lentamente y corre mayor
riesgo de que los otros exploten su credulidad (por lo que debemos estar atentos y atentas en las escuelas).
6 años: un niño o
niña típico es capaz de realizar una lectura de la mente más compleja (segundo
orden). “Sally cree que Anne no sabe que ha movido la canica”. Un
niño o niña con autismo es más lento más en alcanzar este estadio, si es capaz
de hacerlo.
9 años: un niño o
niña típico es capaz de imaginar lo que podría herir los sentimientos de los
demás y sabe que a veces es mejor callarse (“meter la pata”). Un niño o niña típico
es capaz de interpretar las expresiones que percibe en los ojos de otra persona
e imaginar lo que está pensando o sintiendo. Un niño o niña con autismo de alto
funcionamiento tiene más dificultades
para lograrlo. Los adultos y adultas con CEA están por debajo de la media de
puntuación de la lectura de la mente en la mirada.
12 años: cuando un niño o niña con autismo de alto
funcionamiento es capaz de entender que se puede herir los sentimientos de los
demás (“meter la pata”), lo hace con unos 3 años de retraso.
Hasta aquí, un breve resumen de algunos de los momentos fundamentales en el desarrollo evolutivo de la Teoría de la Mente. Espero que os haya sido útil.
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