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Colaborando: La alimentación en el alumnado con autismo (II) (Ana Iglesias García-Conde)


Como lo prometido es deuda, Ana Iglesias García-Conde (Jefa de Estudios del Centro Público de Educación Especial de Latores, Oviedo y con enorme experiencia en la educación de personas con autismo) nos dedica la segunda parte de su publicación sobre la alimentación en el alumnado con autismo (si quieres leer la primera pincha aquí). Si la anterior era muy interesante, ésta es excelente y profundiza un paso más en el proceso de alimentación de estos niños y niñas.

¡Muchas gracias de nuevo Ana! Este blog tiene mucha suerte por poder contar contigo y espera ansioso la tercera parte de la publicación.


La alimentación en el alumnado con autismo
 2ª parte

Voy a tratar  de empezar a responder a vuestras demandas tras mi pequeña aportación de  semanas atrás. En la entrada de hoy, trataré de describir las condiciones de éxito antes de iniciar la intervención y finalmente, si Aitor me lo permite, en una última entrada intentaré describir cuestiones más técnicas de los programas de alimentación  Creo que los profesionales que trabajamos con este perfil de alumnado hemos de partir del conocimiento de  una realidad: las dificultades que presentan muchos de los niñas y niñas con CEA en su alimentación se derivan de lo que podríamos llamar su “perfil psicológico”; dicho perfil engloba tanto a su característico funcionamiento perceptivo como a su determinante estilo cognitivo y ambos al unirse son “potencialmente peligrosos” para la instauración de hábitos positivos en la alimentación. Por lo tanto, es imprescindible conocerlos, comprenderlos y tenerlos siempre presentes a la hora de planificar nuestra intervención. Además, debemos saber que a este especial punto de partida, se une,  en no pocas ocasiones los procesos de condicionamiento negativo que se producen en todo lo relacionado con la alimentación y que por desconocimiento se van instaurando en nuestros niños y niñas debido, en no pocas ocasiones, a intervenciones poco adecuadas. Conocer las características perceptivas y cognitivas, conocer cómo estas características influyen en su peculiar forma de enfrentarse a la comida además de manejar técnicas de intervención conductual que superen los condicionamientos negativos, es de obligado cumplimiento para los profesionales que trabajamos con este alumnado. Solo de esta forma iniciaremos nuestro trabajo desterrando falsos “culpables” de la situación y asumiendo la responsabilidad que como profesionales nos corresponde.

Al igual que para todos nuestros alumnos elaboramos, porque sabemos que lo precisan, un programa detallado para su desarrollo sociocomunicativo, para su desarrollo cognitivo, para el desarrollo de su autonomía personal etc. debería de ser igual de obvio que muchos de ellos también van a necesitar un programa  de alimentación que no puede quedarse en un simple objetivo como “lograr una alimentación saludable”. Acordaréis conmigo que este tipo de objetivos grandilocuentes parece que lo dicen  todo pero en la práctica no dicen nada de  nada. Es evidente que debemos profundizar y “mojarnos” al menos un poquito más en el diseño y posterior puesta en práctica de estos programas.

Por otro lado, además de esos programas potentes vamos a necesitar profesionales capaces. A mi modo de ver un profesional será capaz en la medida que:

1.-Afronte el reto con seguridad y realismo
Con seguridad que le permita explicar el porqué de las conductas de los niños y niñas y con realismo que le permita ajustar su programa, sus objetivos, sus condicionantes….

2.-Haya conseguido una relación de confianza con su alumno.
Para hacer la entrada un poco más didáctica voy a poner nombre a nuestros protagonistas. En primer lugar nuestro profe se llamará Pedro. Pedro sabe que esa buena relación con su niño o niña es cimiento imprescindible para poder avanzar en la intervención, por ello, Pedro nunca va a tener la tentación de engañarlo, de esta forma nunca lo veremos  haciendo cosas como meter un garbanzo que Pablo rechaza dentro de un yogur por el que Pablo “mataría” y no lo hará porque Pedro ya sabe que de esta forma, dentro de poco tiempo Pablo seguiría sin comer su primer garbanzo y tampoco va a querer ya los yogures…, tampoco vamos a ver a Pedro prometiendo a María que si come un poquito de pescado después le va a dar una gran bolsa de gusanitos y esa bolsa al final resulta que no llega. Pedro no lo hará porque sabe que María  dejaría de confiar en él y además  es consciente del tiempo que le costó conseguir esa buena relación…, tampoco sucederá que la “solo una cucharada más” que Pelayo está dispuesto a tragar se convierta en dos, tres y a veces un montón de ellas hasta dejar el plato vacío porque sabe que Pelayo también dejaría de creer en él y además Pelayo “controla” los números y el 1 es 1 en el comedor y en La Conchinchina… y por supuesto, Teo, puede estar tranquilo porque nadie, esperando a que se distraiga le va a meter una cucharada en la boca porque Pedro y todos los adultos de su colegio saben que si Teo está en tensión es imposible que pueda aprender algo y que además en tensión Teo puede enfadarse y si se enfada… pueden pasar muchas cosas.

3.-Mantenga una actitud directiva, porque Pedro sabe que estar al mando en la situación de comida no va reñido con ser cariñoso, sabe que de su actitud firme pero cercana depende en gran medida el éxito del programa , sabe en definitiva que en esta situación debe de ser el que decide, pone límites, cambios…

4.- Además Pedro no tiene prisa. No la tiene en su trabajo diario con Teo, Pelayo o María porque sabe que las prisas suelen conducir al caos y el caos es el contrapunto a las necesidades de los niños y niñas con CEA. Por eso evita amontonarles cuchadas en la boca y de forma más general, sabe que su programa no tiene límites de tiempo prefijados, sabe que es mejor ir despacio asegurando cada pequeño avance que en empeñarse en que antes de que acabe el trimestre, Pelayo tenga que comer X alimentos.

5.-  Nuestro profe recuerda siempre y lleva a la práctica que Pablo, María y Pelayo necesitan un ambiente tranquilo en el que nunca  sucede que sea el “adulto capaz” el que con su excesivo lenguaje los aturda; ese adulto siempre se dirija a Pelayo, María y Pablo con lenguaje claro, conciso, sin verborrea innecesaria que conduzca al caos auditivo y además, por supuesto, con un tono de voz que contribuya a crear ese ambiente confortable en los que Pelayo, Pablo y María se sientan tan relajados y por tanto, receptivos para poder aprender y para que para ellos, igual que para todos nosotros, el momento de la comida sea vivido como una situación placentera.

Y me despido de esta entrada con una reflexión que creo, tras una cierta experiencia, que Pelayo, María o Teo nos querrían contar…


“Conóceme y así me comprenderás, no trates de  engañarme porque aunque tengo dificultades en algunas cosas soy capaz de darme cuenta de muchísimas otras y si lo haces perderé la confianza que tengo contigo y recuerda que si quieres que aprenda y esté tranquilo, tú eres el primero que me tienes que proporcionar tranquilidad...”

 

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